Por Jesús Bastante, 8 de mayo de 2025.
A León XIV se le considera un Papa continuador de la obra de Francisco y con un carácter aperturista respaldado por su experiencia con los migrantes y los pobres y su compromiso con la periferia.
Robert Prevost (Chicago, 1955) es el nuevo Papa. El estadounidense nacionalizado peruano, un perfil atípico, sintetiza lo mejor de dos continentes: la eficacia organizativa estadounidense y la sensibilidad pastoral latinoamericana, dos pilares clave para continuar la revolución sinodal de Francisco.VÍDEO | El primer discurso completo del Papa León XIV: “Juntos tenemos que ser una Iglesia que construya puentes”
Combina el pragmatismo norteamericano con la calidez y el colorido de Latinoamérica, donde se fogueó y se curtió como pastor. Y, además, podría erigirse en muro de contención frente al presidente Donald Trump, cuyos mecanismos políticos conoce a la perfección.
Desde el momento en el que sonó como papable se desencadenó una campaña contra él por parte de los rigoristas, que, con bulos y medias verdades, le acusan de encubrimiento de casos de abuso sexual. Algo que se ha demostrado ser absolutamente falso, pero la máquina del fango sigue impertérrita en su afán por desacreditarlo.
El desafío: de burócrata a profeta
Su principal reto es trasladar su eficacia administrativa al carisma profético que exige el momento. Mientras Francisco combinó gestos radicales (lavatorio de pies a reclusos) con reformas estructurales, Prevost deberá demostrar que puede “desatar los nudos” del clericalismo sin quedar atrapado en la maquinaria vaticana.
En un cónclave donde la sinodalidad es la línea roja, su trayectoria como formador de comunidades participativas en Perú y su actual control del mapa episcopal global lo convierten en un continuador viable del proyecto franciscano. La pregunta es si su perfil bajo podrá encender el mismo fuego reformista que el Papa argentino.
Como escribió Francisco en Evangelii Gaudium: “Prefiero una Iglesia accidentada a una Iglesia enferma de encierro”. Prevost parece tener las herramientas para evitar ese encierro.
Obispo en Perú
Prevost pasó 18 años en Perú (1985-2003), dirigiendo seminarios, formando sacerdotes y trabajando en barrios marginados de Trujillo y, sobre todo, como obispo de Chiclayo. Este bagaje le permite articular el diálogo Norte-Sur, vital para una Iglesia que Francisco quiso desoccidentalizar. Su conocimiento de realidades como la migración masiva o la pobreza estructural lo acerca al “olor de las ovejas” bergogliano.
Como prefecto del Dicasterio para los Obispos desde 2023, Prevost controla el “termómetro” del cambio eclesial: selecciona obispos según criterios de sinodalidad, misericordia y opción por los pobres, alineados con el magisterio de Francisco. Su designación en este cargo clave fue interpretada como un espaldarazo del Papa a su perfil reformista.

Su paso por la Curia General agustina (2001-2013), donde dirigió una orden global con presencia en 50 países, le otorga habilidad para navegar entre tradición y reforma. Este equilibrio es crucial para mantener unida a una Iglesia fracturada entre “rigoristas” y “pastorales”.
Como obispo de Chiclayo (2015-2023), priorizó visitas a comunidades rurales y programas contra la desnutrición infantil, reflejando la “Iglesia en salida” franciscana. Su trabajo en la Conferencia Episcopal Peruana (2018-2023) como vicepresidente demostró capacidad para construir consensos en entornos plurales.
León XIV, el nombre que eligió el nuevo papa y qué significa
Robert Prevost, el nuevo papa elegido este jueves por los 133 cardenales que participaron del Cónclave, eligió el nombre León XIV.
Prevost tomó su nombre de León XIII -al frente del Vaticano entre1878 y 1903-, un papa muy reconocido por su encíclica Rerum novarum (Acerca de las nuevas cosas), que versaba sobre las condiciones de las clases trabajadoras.
En Rerum novarum, León XIII remarcaba la importancia de respetar los derechos y deberes de los trabajadores y los empleadores y destacaba el papel fundamental de la familia en la sociedad.
La encíclica condenaba la pobreza y degradación de muchos trabajadores, argumentando que la deshumanización del trabajador y una paga injusta eran contrarios a la fe católica.
Se mostraba a favor de que la Iglesia entienda en cuestiones sociales y de adoptar medidas en favor de los obreros, con la consiguiente intervención del Estado en normas de higiene y seguridad en el trabajo, tutela del descanso dominical, limitación de horarios y jornadas laborales, etc.