«Queridos hermanos y hermanas, con profundo pesar, debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco», declaró en un comunicado el Vaticano. Falleció en la Casa Santa Marta, donde eligió vivir desde su elección en 2013. Fue el primer Papa jesuita, latinoamericano y con un firme compromiso social. Su legado atraviesa reformas internas, viajes históricos y una voz profética frente a las guerras y el cambio climático.
El Vaticano confirmó que murió a las 7.35 de la mañana (hora de Roma) en la residencia de Casa Santa Marta, donde vivía desde que fue elegido como pontífice. Durante sus doce años de papado, el ex arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, se destacó por su fuerte mensaje contra las guerras, a favor de los pobres y por una Iglesia más transparente y comprometida con el cuidado del planeta.
El 13 de marzo de 2013, a los 76 años, Bergoglio se convirtió en el primer papa latinoamericano, el primero en llamarse Francisco y el primero de la orden de los jesuitas. Eligió ese nombre en honor a San Francisco de Asís, símbolo de humildad y devoción por los desposeídos.
«Mi gente es pobre y yo soy uno de ellos«, repitió en varias oportunidades, y por eso nunca se mudó al lujoso palacio papal, sino que eligió vivir en un modesto departamento dentro del Vaticano. Su papado estuvo marcado por reformas internas, como la lucha contra los abusos sexuales, la promoción del rol de la mujer en la Iglesia y medidas para mejorar la transparencia financiera del Vaticano.
Además, impulsó documentos clave como la encíclica Laudato si’, que llamó a una conversión ecológica global, y Fratelli tutti, publicada durante la pandemia de COVID-19, en la que insistió en que «nadie se salva solo«.
Aunque visitó casi 60 países durante su pontificado, nunca regresó a la Argentina como Papa, algo que siempre generó especulaciones. En el último tiempo, su salud se había deteriorado: padecía problemas pulmonares, había sido operado en varias ocasiones y usaba silla de ruedas.
Su salud se fue deteriorando progresivamente, especialmente por una afección pulmonar de juventud que le había dejado secuelas. A pesar de ello, siguió adelante con su misión, e incluso publicó este año su autobiografía, Spera (“Esperanza”), originalmente pensada para ver la luz tras su muerte, pero que él decidió adelantar como legado para el Jubileo de la Esperanza que había lanzado para 2025.
Su legado quedará ligado a una Iglesia más cercana a los marginados, abierta al diálogo y con una fuerte convicción de que el cambio social empieza por los últimos.
Fuente: Diario Crónica
