Por Félix Madariaga, Resumen Latinoamericano, 19 de octubre de 2024.
La guerra entre Ucrania y la Federación Rusa se ve cada vez más encaminada hacia una negociación de paz, que incluiría la renuncia a una parte del territorio del Este ucraniano. Según las últimas encuestas de opinión realizadas en ese país, en estos momentos, está creciendo la presión por llegar a acuerdos, especialmente entre los más jóvenes, que son quienes potencialmente serán enviados a las trincheras si la guerra se prolonga.
Por primera vez desde el inicio del conflicto en febrero de 2022, en la capital ucraniana se debate seriamente sobre un escenario en el que el país renuncie inicialmente a la reconquista completa de las zonas ocupadas, casi el 20% del territorio. Un funcionario, entrevistado por DW, admite que tenían una idea equivocada de lo que sería su victoria “creíamos que la victoria tenía que ser la rendición incondicional de la Federación Rusa y de Vladimir Putin. Este posible acuerdo también debe ser beneficioso para Rusia”.
Contrariamente a una posición que se abre hacia la resolución pacífico del conflicto, es el concepto que tiene el presidente ucraniano, Volodomir Zelenski, cuando el pasado mes de julio anunciaba el Plan de Victoria “hemos estado trabajando en los puntos para la fórmula de paz y en noviembre estará listo un documento marco para la paz que describe las condiciones detalladas para un final justo de la guerra. Nos estamos preparando y les agradezco que se hayan involucrado en este proceso. El primer punto del plan se centra en si se resolverá el déficit de certeza geopolítica en Europa. ¿Tiene Ucrania un lugar en la OTAN? Sí es así, y esto se confirma adecuadamente, Putin perderá geopolíticamente”.
Sin embargo, una serie de elementos como el avance ruso en el frente, su capacidad de resistir una larga guerra – ya demostrada – el surgimiento de nuevos focos de conflicto mundial, las próximas elecciones en Estados Unidos, el desgaste económico y político de Europa, están empujando a Ucrania hacia la negociación.
Ni en la sede de la OTAN, ni en Washington se habla de una posible victoria de Ucrania sobre la Federación Rusa, al contrario, en este momento, sería suficiente salvar lo que se pueda en una guerra que avanza hacia su tercer año sin atisbos de solución favorables para Kiev, y con un mar de dudas sobre el actuar de Zelenski empeñado en impulsar el compromiso de occidente en la guerra. El invierno ya está avanzado, la mayor parte de los sistemas energéticos están dañados, una serie de derrotas en el frente oriental y con Estados Unidos cada vez menos interesado en el conflicto, más preocupados por los resultados electorales de noviembre y la imparable crisis que está viviendo su más estrecho socio, Israel, en medio oriente.
Por su parte, la OTAN comienza a utilizar cada vez más la palabra negociaciones, como una salida para la contienda ucraniana, tal como lo deja ver en sus palabras su secretario general, Mark Rutte: “¿por qué es tan importante que hagamos más para fortalecer a Ucrania? porque es el único camino hacia un acuerdo negociado y para convencer a Putin de que no va a ganar en el campo de batalla”, añadiendo que “depende de Ucrania decidir cuáles son las condiciones aceptables para una solución negociada, y también, cuáles son las condiciones para entablar conversaciones con los rusos”.
Rutte también ha admitido que la situación en el campo de batalla “sigue siendo difícil” y que los rusos “están haciendo avances lentos pero constantes en el Este”, si bien pidió “tener en cuenta también que las pérdidas rusas son enormes” al registrar unos 1.000 muertos y heridos al día, de los que contabilizó un total de 500.000 desde el inicio de la invasión.
El costo de la guerra
La guerra en Ucrania nos recuerda que ganan los negociantes y pagan el precio los pueblos, los jóvenes que no tendrán futuro en países destruidos, los viejos y los niños indefensos antes los ataques, las mujeres que quedan solas viendo partir a sus compañeros hacia una guerra inútil, que en la mayoría de los casos no han buscado ni provocado, y que son el resultado de ambiciones personales e intereses foráneos.
En fin, el precio de este conflicto lo está pagando el pueblo y los cientos de miles de soldados ucranianos. ¿Qué dirán ahora, todos aquellos que afirmaban que hablar de negociación y de soluciones diplomáticas y negociadas era inviable?, como lo declaraba el ex primer ministro británico, Boris Johnson en marzo de 2022. ¿Reconocerán su error y pedirán perdón, o se subirán al carro de los negociadores?
La última gira de Zelenski por las capitales europeas para presentar el Plan de la Victoria ha sido un fracaso, y no lo afirman adversarios de Ucrania, sino medios de comunicación y analistas – para nada sospechosos de ser Pro Kremlin – simplemente basándose en la realidad, esa que muchos todavía no quieren ver, y que claramente demuestra que cada vez es más amplia y sólida la conciencia de que una victoria ucraniana en esta guerra es inviable, por no decir imposible.
La idea de que sólo se llegaría a un término de la guerra volviendo a las fronteras existentes en 1991 también se ha demostrado imposible. En los últimos meses, incluso aquellos que lo negaban, han visto más que claro que el Plan de Victoria de Zelenski está completamente alejado de la realidad; la ofensiva ucraniana en la región rusa de Kursk no está teniendo los resultados esperados; mientras tanto Rusia actualmente avanza en Ucrania más rápido que en todo el tiempo que ha durado el conflicto. En septiembre, Moscú capturó 468 KM adicionales de territorio, y hoy ocupa casi un 18% del territorio ucraniano.
¿Cuándo iniciarán las negociaciones?
Creemos que podríamos comenzar a ver movimientos en los próximos meses. Hubo un momento, en el que la oficina de Zelenski aspiraba a que una segunda cumbre de paz podría celebrarse en noviembre, lo que ahora niegan.
Al parecer las posturas siguen completamente enfrentadas y hay pocos puntos de acuerdo inicial. Rusia exige que Ucrania se retire de las 4 regiones que han reconocidas como propias (Donetsk y Lugansk, en el este y Jersón y Zaporiyia, en el sur); Ucrania exige la retirada completa de Rusia de todo el territorio ucraniano, según las fronteras de 1991.
Mientras ambas posturas se mantengan, y no exista un compromiso de la diplomacia internacional de sentarse seriamente a negociar, esta guerra no va a terminar. Probablemente, en este momento del conflicto, sólo podremos ver negociaciones cuando una de las dos partes esté militarmente derrotada o ambas estén exhaustas y sin recursos.
El mayor problema es que no hay intentos concretos de negociar a corto plazo, pareciera que ambos esperan que una guerra larga y muy extensa pueda favorecerles a mediano o largo plazo. Ucrania aspira a ganar la guerra con una escalada y Rusia parece sentirse cómoda con una guerra de trincheras de alta intensidad, cuya economía ha demostrado que puede seguir resistiendo por mucho tiempo.
Sin embargo, a pesar de las duras posiciones de ambos países, occidente parece cansado de verse involucrado en un conflicto que no tiene indicios de resolverse. En las últimas semanas hemos leído varios artículos, incluso en el Diario El País, en los que se señala que occidente estaría comenzando a presionar a Ucrania para que negocie, para que ceda en sus posiciones y busque una salida negociada. En un artículo de Cristian Segura, se plantea la posibilidad de paz por territorios, una paz que incluya una rápida adhesión y en la que participe la OTAN. El rol de la prensa en este momento está siendo el de impulsar las negociaciones.
Sin duda hay cansancio, hay desgaste por parte de los aliados de Ucrania, y los discursos cada vez se inclinan más hacia una salida negociada, sin embargo, quien parece no querer cambiar su discurso a corto plazo es Zelensky, quien sigue hablando de su Plan Victoria, y cuyo futuro político está directamente ligado al resultado de la guerra. Zelenski no va a poder sobrevivir políticamente si no es capaz de presentar un resultado que pueda ser interpretado como una victoria por su pueblo y que justifique, en alguna medida, los miles de muertos, heridos, la destrucción de infraestructura, la crisis económica y el estado de excepción en el que están viviendo.
Sólo tenemos una certeza, la guerra debe terminar ahora y es necesario que quienes la impulsaron, ofreciéndole a Ucrania todo su apoyo en inteligencia, recursos militares y económicos, con la intención de debilitar y – quizás si la suerte los acompañaba – derrocar al presidente Putin; hoy deben nuevamente tomar una posición y exigir a Ucrania sentarse a negociar en términos realistas.