El asesinato de José Luis Cabezas fue el más cruel ataque a la libertad de expresión y a la actividad periodística desde que la Argentina recuperó la democracia, y marcó de manera indeleble la memoria de la profesión aquel triste enero de 1997.
A 26 años de ese crimen atroz, el Foro de Periodismo Argentino reitera su compromiso de trabajar para mejorar las condiciones para el ejercicio del periodismo en cada rincón del país. Sabemos que los riesgos son hoy incontables en lo que se refiere a presiones económicas, agresiones físicas y demandas legales, acciones todas que buscan callar a los periodistas y a aquellos medios que se atreven a revelar lo que se pacta en los sótanos del poder en todas sus formas.
Los ataques directos y las amenazas que tienen como destinatarios a periodistas y medios en la ciudad de Rosario marcan el nivel máximo de alerta y nos comprometen a estar allí presentes junto a los colegas, con acciones y gestiones, a fin de que los poderes públicos garanticen condiciones seguras de trabajo profesional al mismo tiempo que esclarecimiento y castigo de los hechos que atentan contra la libertad de expresión.
Aun así, sabemos que Rosario es sólo la cara más expuesta de un fenómeno que se manifiesta también en el conurbano bonaerense y en varias provincias, donde la investigación periodística y la crítica al poder –sea éste institucional, político, económico, sindical o relacionado con el crimen organizado- es una actividad de riesgo que no cuenta siquiera con el amparo de la Justicia ni el compromiso solidario de la ciudadanía.
Recordar a José Luis Cabezas es también mantener activa la memoria de que la violencia puede quebrarnos como sociedad, como lo muestran tristes experiencias de otros países de América Latina, donde el crimen organizado golpea sobre los pilares democráticos, entre ellos la libertad de expresión. La reacción del periodismo en la Argentina, tras el crimen de Cabezas, nos aporta también como experiencia la necesidad de renovar los reclamos de justicia para evitar que se consolide uno de los peores males: naturalizar la violencia.
Hoy estamos ante problemas nuevos, como son las amenazas y atentados del crimen organizado contra los medios y los periodistas, episodios que lograron rompieron límites difíciles de imaginar. Debemos reaccionar para defender la libertad de expresión y la integridad de los periodistas con nuevas estrategias para garantizar que los colegas puedan contar historias que la sociedad necesita conocer. De lo contrario será una derrota.
Estamos convencidos de que un periodismo verdaderamente libre y sin ataduras es esencial para fortalecer la democracia. La capacitación permanente, la unidad en la defensa de la profesión y el compromiso con la libertad de expresión como derecho ciudadano nos guían en esa tarea.
Por más y mejor periodismo. No nos olvidamos de Cabezas.