Por Nahia Sanzo. Resumen Latinoamericano, 17 de mayo de 2022.
Pasada la una del mediodía de ayer, el comandante del batallón Vostok, Alexander Jodakovsky, cuyas tropas han participado en el sitio de la acería Azovstal en Mariupol, informaba de que una decena de soldados habían emergido a la superficie desde un túnel y, portando bandera blanca, se disponían a negociar su salida. Aunque este no era el primer contacto directo entre las tropas ucranianas y las rusas/republicanas en el lugar, pronto se hizo evidente que se trataba de una conversación más importante que las anteriores y que suponía una posibilidad de desencallar la cuestión de la situación de las tropas ucranianas sitiadas en la ahora destruida fábrica propiedad de Rinat Ajmetov. Poco después, el propio Jodakovsky precisaba que el grupo de diez personas representaba, en realidad, a un colectivo más amplio, que por ahora suman 300 soldados. No era la rendición de un grupo limitado de soldados, sino del inicio de un proceso de negociación para lograr evacuar a los soldados heridos y que permanecen, desde hace semanas, en los subterráneos de las instalaciones.
En este tiempo, la fábrica ha servido de refugio a las tropas ucranianas, entre las que se encuentra un gran número de efectivos del regimiento Azov, en otros tiempos calificado de supremacista blanco y neonazi por instituciones como el Congreso de Estados Unidos. Entre los soldados allí sitiados está el actual comandante de la 36ª Brigada Serhiy Volina (aunque hay quienes dudan de su legitimidad como comandante) y las dos figuras más mediáticas del regimiento Azov: su comandante, Denis Prokopenko, y su capitán Svyatoslav Palamar, Kalina, que en las últimas semanas se ha convertido en una de las principales fuentes de la prensa occidental para informar, siempre desde el lado ucraniano, de la dramática situación de los soldados, protegidos por la fortaleza de las instalaciones de diseño y fabricación soviético, pero sin posibilidad de recibir suministros. Sin agua desde hace dos semanas y sin alimentos desde el pasado viernes, la rendición de los soldados era solamente cuestión de tiempo.
En realidad, el destino de los soldados, tanto el de los miembros del regimiento Azov como el de las demás unidades del Ejército Ucraniano, estaba escrito desde el momento en que la ciudad quedó sitiada y fueron expulsados de los bloques de viviendas para tener que refugiarse en la zona industrial. La protección que han otorgado estas instalaciones ha servido únicamente para dilatar un desenlace inevitable: sin posibilidad de recibir ayuda -Ucrania siempre ha alegado estar intentando desbloquear Mariupol, pero no ha realizado ningún intento militar de hacerlo- y sitiados, los soldados ucranianos no tenían más opción que rendirse o esperar a que la diplomacia de su país lograra un acuerdo de intercambio.
En ello se han centrado los intentos ucranianos de lograr una victoria diplomática apelando al secretario general de Naciones Unidas o al presidente de Turquía como mediador con Rusia para lograr un corredor humanitario que evitara que los soldados se vieran obligados a cumplir las exigencias rusas, salir de Azovstal con bandera blanca y desarmados y entregarse a la RPD para ser trasladados como prisioneros de guerra. Rusia ha rechazado desde el primer momento esa opción. El segundo, y quizá más importante, obstáculo ha sido la negativa de Rusia a incluir a los soldados extranjeros y a miembros del regimiento Azov en las negociaciones. De ahí que haya podido verse a las esposas de los miembros del regimiento, especialmente a Kateryna Prokopenko, esposa del héroe de Ucrania, en una gira mediática que les ha llevado a apelar a Xi Xinping, a aparecer en un reportaje en The Telegraph o a ser recibidas por el papa Francisco.
Sin embargo, la semana pasada, algunas fuentes ucranianas apuntaban a la negociación entre Rusia y Ucrania de un intercambio de soldados heridos. Poco después, la viceprimera ministra de Ucrania, Irina Vereschuk, confirmaba las negociaciones, unas conversaciones duras y difíciles que, advertía, no satisfarían a todos. Desde entonces, Ucrania ha querido resaltar la presencia de soldados de unidades regulares del Ejército Ucraniano y de la policía en Azovstal además de los soldados del regimiento Azov. Esa insistencia en las tropas regulares, sumada a las palabras de Vereschuk sobre la decepción que podía causar el acuerdo daba a entender que Rusia seguía mantenido la idea de rechazar cualquier negociación de intercambio de soldados del regimiento Azov, algo que Moscú y Donetsk han repetido a lo largo de los últimos meses.
La misma idea volvió a repetirse ayer una vez que se confirmó, nuevamente gracias a un mensaje publicado por Alexander Jodakovsky, que comenzaba el proceso de evacuación -aunque aún no la evacuación en sí- de los soldados heridos. Aunque el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa repetía el mensaje de Jodakovsky, que se había negociado un acuerdo con los representantes de las tropas ucranianas presentes en Azovstal, es probable que la evacuación forme parte de un acuerdo más amplio de intercambio de soldados rusos y ucranianos heridos que se encuentran en cautividad. La especulación comenzó rápidamente ante el silencio de las autoridades de Kiev y fuentes ucranianas apuntaron de forma inmediata a la posibilidad de que los soldados del regimiento Azov sean entregados a las Repúblicas Populares en lugar de ser intercambiados.
Evacuados hace varias semanas los civiles que permanecían en Azovstal, el regimiento Azov y el resto de unidades del ejército regular perdieron la protección que suponía ese escudo humano. Y a pesar de que el presidente ruso Vladimir Putin rechazó la posibilidad de un asalto a la fábrica para preservar así las vidas de los soldados rusos y de la RPD, los ataques a la fábrica han sido constantes. El pasado fin de semana, la RPD informaba de la captura de uno de los talleres más grandes del recinto, lo que finalmente impedía la libertad de movimiento de los soldados ucranianos por la superficie del recinto. El tiempo y la falta de suministros, especialmente el material médico, han agravado la situación de los soldados enviados por sus autoridades civiles y militares a una muerte prácticamente segura que solo podía evitarse con la rendición o la negociación.
Al caer la noche quedó claro que los acontecimientos iban más allá de una evacuación de soldados gravemente heridos para ser intercambiados por prisioneros de guerra rusos. En un vídeo publicado en las redes sociales del regimiento y reproducido por la prensa ucraniana, el comandante del regimiento Azov, Denis Prokopenko, anunciaba, que, tras 82 días y cumplida, en su opinión, la orden de contener al enemigo, «la guarnición de Mariupol» se ve obligada a entregarse. El héroe de Ucrania intentó dar una falsa épica a la actuación de un regimiento sitiado en una fábrica durante semanas, que únicamente busca ahora justificar el desenlace final: entregarse para preservar las vidas de los soldados, lo que da a entender que también Azov también se dispone a entregarse. Un final muy alejado del esperado por los militantes de Azov, que finalmente se han visto obligados a rendirse a las fuerzas rusas y unidades republicanas como el batallón Vostok, formado en la primavera de 2014 en parte gracias a los voluntarios internacionales que, a modo de brigada internacional, acudieron a socorrer a la población de Donbass.
El acuerdo alcanzado ayer -sea un acuerdo directo con los soldados en Azovstal o con la participación de las autoridades ucranianas- no implica un corredor humanitario por el que Cruz Roja o Naciones Unidas trasladarían a las tropas ucranianas directamente a Zaporozhie, bajo control ucraniano, como exigía Ucrania, pero según afirmó ayer por la tarde el comandante del batallón Vostok, tampoco parece una rendición incondicional. “Según tengo entendido, se ha tomado al más alto nivel la decisión de intercambiar a los soldados gravemente heridos por soldados rusos prisioneros”, afirmó Jodakovsky, que precisó que se está evacuando únicamente a soldados en estado grave. Así lo confirmaron también las primeras imágenes difundidas por los corresponsales militares presentes sobre el terreno, aunque posteriormente pudo verse a soldados heridos, pero que podían caminar por sí mismos. Imágenes publicadas por RT mostraban varios autobuses trasladando a decenas de soldados ucranianos en dirección a Novoazovsk. 264 soldados han sido evacuados ya.
Tras horas de silencio, posiblemente preparando la estrategia de comunicación, el habitualmente dicharachero Oleksiy Arestovich se negó a realizar declaraciones y anunció que sería el propio Zelensky quien se dirigiría al país. En un breve mensaje, el presidente ucraniano repitió el mensaje lanzado por Prokopenko: «Ucrania necesita vivos a sus héroes», por lo que se da por finalizada la «misión de combate en Mariupol». Zelensky agradeció a sus autoridades militares, Cruz Roja y Naciones Unidas por la posibilidad de evacuar a los soldados, obviando la parte en la que esos soldados están siendo evacuados a Novoazovsk y Elenovka por autobuses de la RPD claramente identificados por la Z símbolo de la intervención rusa. Ucrania, con ayuda de la prensa, intenta ahora hacer de esta rendición una victoria. Tras semanas sitiados y resistiendo sin sentido en una batalla perdida, los soldados ucranianos y los militantes del regimiento Azov se han visto obligados a aceptar las condiciones planteadas por Rusia hace semanas: entregarse para ser posteriormente intercambiados como prisioneros de guerra. Zelensky vuelve así a emular a su predecesor, Petro Poroshenko, que también trató de presentar como victoria una derrota. Fue en Debaltsevo, cuando calificó de «retirada ordenada y planificada» la huida, en muchos casos a pie, de los soldados ucranianos de Debaltsevo a Artyomovsk.
Con la discreción que garantiza la noche y, según Jodakovsky, con el acuerdo de que no haya fotografías, desde las cuatro de la madrugada, se ha reanudado el proceso de evacuación. Esta entrega será el fin de la presencia de tropas ucranianas en el único punto de la zona industrial de Mariupol. Sin embargo, muchas son las preguntas que quedan en el aire: cómo serán finalmente intercambiados los soldados y si ese intercambio incluirá solo a prisioneros de guerra rusos o también de las Repúblicas Populares y qué será de los miembros del regimiento Azov, especialmente de los miembros de rango más alto: Prokopenko y Palamar.
Fuente: Slavyangrad