El Observatorio Robótico Antártico Argentino, ubicado en la Base Belgrano II, la más austral de las bases antárticas argentinas, completó la instalación de su cúpula automatizada, desde donde se aprovechará la noche polar para estudiar exoplanetas y otros cuerpos celestes, que son de difícil acceso desde otras latitudes.
Las tareas se llevaron adelante durante la visita a esa base del rompehielos Almirante Irízar, que todos los veranos aprovecha una ventana climática entre la segunda quincena de enero y la primera de febrero que le permite navegar un canal que se abre entre la barrera de hielo y el mar congelado para acercarse hasta unas 15 millas del emplazamiento. Allí se detiene en el hielo y completa el abastecimiento y recambio de personal a través de helicópteros.
En la instalación participaron ingenieros, técnicos de la Dirección Nacional del Antártico (DNA) y efectivos del Comando Conjunto Antártico (Cocoantar) de las Fuerzas Armadas.
Andrés Millanovich, ingeniero mecánico y docente de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (FIUBA), viajó a Belgrano II como responsable del montaje y la puesta en marcha de la cúpula del observatorio junto al estudiante de ingeniería Alejo Adbud. En esa tarea contaron con la colaboración del personal de la DNA y efectivos del Comando Conjunto Antártico.
Millanovich afirmó en diálogo con Télam que «en el rompehielos embarcamos el 28 de diciembre para la cuarentena previa al viaje por la pandemia, a Belgrano II llegamos el 3 de febrero a las 3 de la mañana y para completar el montaje tuvimos cuatro jornadas de trabajo de 18 horas para aprovechar al máximo el tiempo que el buque usó para reabastecer la base».
El clima durante esos días estuvo nublado y una jornada nevó, lo que jugó a favor del equipo que dispuso de más tiempo en la base para completar las tareas.
«A lo largo del año el personal de Belgrano II va a realizar las pruebas de funcionamiento y los chequeos visuales, y si todo va bien el próximo verano se va a llevar el telescopio para instalarlo», adelantó.
Millanovich, que viajó por primera vez a Belgrano II en en el verano de 2020 para colocar la plataforma, contó lo que significa viajar al continente blanco. «Todos los viajes a la Antártida son diferentes y es un lugar imponente que no se puede describir con palabras y en donde las fotos quedan chicas para representar la inmensidad: Además estar arriba del Irízar te transmite la tranquilidad de que vas a llegar a destino», expresó.
El capitán del Ejército Argentino Marcos Adrián Escobar es el jefe de la dotación que estará a cargo de la Base Antártica Conjunta Belgrano II durante 2022, compuesta por 11 efectivos de esa fuerza, 2 de la Armada Argentina, 1 de la Fuerza Aérea, uno de la DNA y dos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
Escobar contó a Télam que la cúpula automatizada pesa poco más de una tonelada y media y que dos personas la acompañaron en el viaje para poder armarla mientras el ‘Irízar’ completaba el abastecimiento.
«La cúpula quedó instalada y como el observatorio va a ser teleoperado desde Buenos Aires durante el invierno vamos a coordinar con los investigadores del Instituto Antártico Argentino (IAA), el Conicet y el Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE) las tareas para probar el sistema, de cara a la tercera etapa del proyecto que prevé que en el verano 2023 se instale el telescopio», indicó.
Por otro lado, señaló que durante los días que el Irízar estuvo en Belgrano II desembarcaron dos técnicos de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) que llevaron adelante un relevamiento en búsqueda de lugares adecuados para la instalación de antenas satelitales.
La dotación prevista para 2022 era de 26 integrantes, pero a pesar de todos los cuidados y cuarentenas hubo 9 que dieron positivo en el último control PCR realizado antes de iniciar el viaje cuando la pandemia estaba en su punto más alto, por lo que el Cocoantar reevaluó la planificación prevista. «Pero entendemos que estamos en condiciones de alcanzar todos los objetivos con un esfuerzo extra de parte de todos», dijo Escobar.
La base está ubicada a unos 1.300 kilómetros del Polo Sur y a casi 5.000 de Buenos Aires en una posición en la que recibir cualquier tipo de ayuda en otro momento del año es casi imposible.
«Nos preparamos física y psíquicamente durante todo el año previo en los cursos del Cocoantar y venimos con todo lo necesario para desarrollar nuestras actividades hasta el próximo verano; entendemos que nuestra tarea aquí no es sólo una presencia soberana, sino también el desarrollo de la ciencia en un continente que todavía tiene muchísimas cosas por explorar y conocer», completó Escobar.
El proyecto, liderado por el investigador del Conicet Mario Melita, centra sus investigaciones en astrofísica planetaria y desarrollo tecnológico en astronomía antártica. Los organismos que lo llevan adelante son el IAFE, Conicet-UBA, el IAA y la Universidad Nacional de Hurlingham (Unahur).
Al edificio lo diseñaron los ingenieros mecánicos Javier Martín Abad y Millanovich y en el proyecto también participan Abdud, los técnicos Omar Areso, del IAFE; Héctor Ochoa, del IAA y la doctora Adriana Gulisano, del IAA y el IAFE.
Melita, que es doctor en física e investigador del IAFE, dijo a Télam que «las ubicaciones polares tienen ventajas importantes para la astronomía».
«En la Antártida hay regiones donde el régimen climático es de los más estables en el planeta, con muy poco viento, las bajas temperaturas disminuyen el ‘ruido’ en los detectores y de acuerdo a la latitud en la que nos paremos podemos disponer de seis meses de día y seis meses de noche», añadió.
Y sostuvo: «Este proyecto aprovecha la disponibilidad logística de Argentina para operar desde la base antártica Belgrano II, que está ubicada a apenas 17 grados del Polo Sur, desde donde se puede monitorear la región del espacio visible con mucha regularidad, algo que para los observatorios ubicados más al norte es más complejo, porque sus latitudes le dan menos tiempo de acceso».
La Base Belgrano II está ubicada en el Nunatak (un pico montañoso rodeado de hielo) Bertrab, en bahía de Vahsel, sobre la costa Confín en la Tierra de Coats, y a nivel internacional es la más austral asentada sobre tierra firme.
La región se caracteriza por tener cuatro meses de noche polar y cuatro meses de día, en la que las temperaturas pueden alcanzar decenas de grados bajo cero con vientos de hasta 200 kilómetros por hora.
Telam