Los datos recientemente publicados por el INDEC reflejan con crudeza el empeoramiento en las condiciones de vida que ha provocado la crisis generada por la pandemia durante el año 2020. Los niveles de pobreza y de indigencia escalaron un nuevo peldaño desde los elevados valores que ya exhibían previamente a la irrupción del coronavirus. En el segundo semestre del año pasado, la pobreza ascendió al 42% de la población, el valor más alto de la serie publicada por el INDEC desde el 2016. Por su parte, la indigencia fue del 10,5%, manteniéndose así también en el nivel más alto registrado en los últimos años.
(Instituto de Pensamientos y Políticas Públicas- IPyPP) Argentina – Estos resultados revelan un aumento del 18,3% de la pobreza respecto del mismo semestre del año anterior (del 35,5% al 42%). A la vez la indigencia crece un 31,2% (del 8% al 10,5%) en el mismo periodo. La primera conclusión que surge al observar el mayor incremento de la indigencia es que se sigue profundizando la intensificación de la pobreza. Hecho este que en esta medición se constata también al observar que aumentó la brecha entre el ingreso que tienen quienes están en situación de pobreza y el que necesitarían para salir de dicha condición.
Por otra parte, el promedio semestral surge de niveles trimestrales que vale la pena diferenciar y que desde nuestro Instituto estimamos con el objetivo de aproximarnos a la situación social más reciente. En concreto, los valores de la segunda mitad del año son el resultado de un tercer trimestre que, en gran medida por una cuestión de estacionalidad en los ingresos producto del cobro del aguinaldo, reflejó una baja transitoria con una tasa de pobreza del 38,7% y una indigencia del 10,6%; y un cuarto trimestre en el que, según inferimos en función de los resultados semestrales, la pobreza ascendió al 45,3% y la indigencia al 10,4%. En términos poblacionales, ello se traduce en que Argentina finalizó el año 2020 con 20,6 millones de pobres, de los cuales 4,7 millones de personas no llegan a adquirir una alimentación básica[1].
Si se recalcula el dato del tercer trimestre quitando el efecto del medio aguinaldo, el 38,7% de pobreza de ese trimestre se convierte en un 44,8%. Surge de esto un conjunto de conclusiones. Por un lado, el importante efecto del medio aguinaldo en la baja de la pobreza del tercer trimestre está indicando una mayor presencia de trabajadores asalariados formales en el conjunto de personas en situación de pobreza. Por otro lado, los datos de 47% en el segundo trimestre, 44,8% en el tercero y 45,3% en el cuarto exponen uno de los rasgos distintivos de estos resultados: el bajo impacto que está teniendo la recuperación de la actividad económica a la hora de traccionar una mejora en las condiciones de vida.
En efecto, luego del desplome de la economía registrado en los meses de Marzo y Abril 2020 (con caídas mensuales del -10,4% y el -17,3%, respectivamente, según el EMAE – Ver Anexo), a partir de Mayo comienza un proceso de recuperación que si bien se va desacelerando, logró sostenerse hasta fin de año e incluso se mantuvo en el primer mes del 2021. De este modo, desde las caídas de dos dígitos registradas durante la fase más estricta de la cuarentena, se llegó en Diciembre a un nivel de actividad económica que estaba ya solo un -3% por debajo del nivel de Febrero. Sin embargo, el salto en los niveles de pobreza que se había experimentado durante el segundo trimestre -el período más duro de la crisis- mantuvo cierta rigidez frente a la recuperación económica de los trimestres siguientes. Así, hacia el 4to trimestre 2020, con la economía funcionando en niveles cercanos a los valores de la pre-pandemia, la pobreza se mantuvo apenas por debajo del altísimo nivel alcanzado durante el parate de la economía. De hecho, el 45,3% de pobreza en el 4to trimestre implica un descenso de apenas 1,7 puntos porcentuales respecto al 47% registrado en el 2do trimestre. Por su parte, si bien la indigencia exhibió una reducción algo mayor respecto al 12,3% del 2do trimestre (se redujo 1,9 puntos porcentuales), se mantuvo prácticamente estancada respecto al 3er trimestre, persistiendo en un nivel históricamente alto de dos dígitos.
En gran medida, los límites que detenta el crecimiento de la economía para revertir el deterioro de las condiciones de vida quedaron expuestos con los resultados en materia laboral que se publicaron hace unos días y que analizamos en un documento anterior[2]. Allí destacamos que la recomposición del empleo no sólo se ralentiza en comparación con la dinámica de la actividad económica, sino que se apoya principalmente en opciones laborales informales y precarias, mientras el segmento formal del empleo incluso finaliza el año con 324 mil asalariados registrados menos que a comienzos de año.
A su vez, el cuarto trimestre se caracterizó no sólo por la desaceleración en el ritmo de recuperación económica y su limitado impacto en el empleo, sino también por la decisión de recortar buena parte del paquete de medidas de contención que se habían implementado en el marco del desplome de la economía. Principalmente, a partir de Octubre se discontinuó el pago del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), que había permitido contener parcialmente el empobrecimiento de la población mediante la transferencia de tres pagos de $10.000 a cerca de 9 millones de personas. Por otra parte, durante el cuarto trimestre tuvo lugar una creciente aceleración de los precios, reflejada en variaciones mensuales del IPC superiores al 3%, que incluso fueron más pronunciadas en la evolución del valor de la Canasta Básica Total y, más aún, de la Canasta Básica Alimentaria, acentuando aún más el deterioro en el poder adquisitivo de los hogares.
Si bien el dinamismo del autoempleo de subsistencia, en conjunto con los aumentos de la AUH y el sostenimiento de la Tarjeta Alimentar sirvieron para contener la situación de la indigencia (10,4% en el 4to trimestre vs 10,6% en el 3er trimestre), los resultados en materia social indican que no parecen cumplirse los criterios adoptados en el Presupuesto 2021 por parte del Poder Ejecutivo. Nos referimos a la hipótesis allí planteada de que la recuperación económica en conjunto con una favorable evolución en la situación epidemiológica permitirían traccionar una mejora de la situación social de forma tal que ya no sería necesario continuar con programas como el IFE o el ATP. Por el contrario, los elevados niveles de pauperización que golpean a gran parte de la población argentina, reflejan una vez más la imperiosa necesidad de avanzar en una estrategia de universalizar ingresos sobre la población en situación de informalidad y desempleo. Ello no sólo impulsaría la demanda desde los deprimidos niveles que exhibe hoy en día el mercado interno, traccionando un proceso de recuperación que impacte en el entramado productivo de Pymes, cooperativas de trabajo y sectores de la economía popular, sino que también implicaría adoptar un sendero destinado a terminar con la inmoralidad que constituye la extensión del hambre en nuestro país. Más aún en un contexto donde la pobreza infantil llegó a nada menos que el 57,7% en el segundo semestre, mientras la indigencia afectó al 15,7% de los niños y niñas menores de 15 años. En suma, avanzar en la universalización de ingresos implicaría cambiar la lógica de una reactivación que por su orientación dominante (primacía del sector exportador) y en base al comportamiento de los precios, se traduce en aumento de los márgenes de beneficio de las principales empresas y no en mejora de las condiciones de vida de la población.
[1] Estos resultados surgen de extrapolar las tasas obtenidas al total de la población nacional. A tal fin, partimos del supuesto de que la incidencia de la pobreza y la indigencia registradas en las áreas urbanas resultan similares a las existentes en las localidades más pequeñas y en áreas rurales. Los resultados aquí obtenidos permiten así ofrecer una aproximación a la magnitud del fenómeno a nivel nacional, hasta tanto el alcance de la Encuesta Permanente de Hogares se extienda al resto de las áreas no cubiertas. Para más detalle, ver Anexo Metodológico.
[2] Ver documento “Reactivación Económica con deterioro sociolaboral. Los datos del Mercado Laboral al 4to trimestre 2020”. Disponible en www.ipypp.org.ar.