L.P.O: El regreso a las clases presenciales genera debates entre los docentes que consideran que es un peligro porque los establecimientos actuarían como epicentros de los contagios y pediatras y psicopedagogos que consideran insostenible para la salud física y mental de los chicos la prolongación de la virtualidad.
Al mirar lo que sucede en el resto del mundo, es verdad que pocos países mantuvieron sus escuelas cerradas prácticamente todo el año como la Argentina, pero los hay. En particular en América Latina se observaron algunos de los cierres más largos, según detalló Unicef.
Unicef dice que cerrar las escuelas debe ser el «último recurso»
En el resto del mundo prevaleció un esfuerzo por mantener las escuelas abiertas. En Australia, las clases solo se suspendieron por unas semanas durante mayo en el pico de la pandemia y luego se mantuvieron abiertas y únicamente fueron cerrando en la medida en que cada establecimiento registraba contagios, y así y todo el gobierno incrementó el gasto en tecnología y la distribución de computadoras para sostener la escolarización en el lapso que duró la virtualidad. En el relevamiento del Banco Mundial que concluyó en septiembre, de 149 países consultados, en 108 hubo alguna discontinuidad en las clases y en los restantes 41 directamente no había habido modificaciones.
En el relevamiento del Banco Mundial que concluyó en septiembre, de 149 países consultados, en 108 hubo alguna discontinuidad en las clases y los restantes 41 mantuvo la presencialidad plena. Pocos países como Argentina estuvieron todo el año sin regreso a las aulas.
En el otro extremo, México cerró sus escuelas a fines de marzo y las mantuvo cerradas todo el semestre y ahora en enero retomó el ciclo lectivo directamente con la modalidad a distancia del programa Aprende en Casa II, que cuenta con soporte televisivo en diferentes canales para que los chicos tengan alguna continuidad escolar.
En Uruguay -país que recién ahora está experimentando la primera ola- las clases se suspendieron preventivamente en marzo, a una semana de comenzada la cursada y se retomaron con protocolos a partir del 1 de junio con asistencia día por medio en las escuelas públicas y con jornada habitual en las privadas, lo que llevó a que hacia fin de año los padres reclamaran porque las clases se retomasen plenamente para evitar brechas educativas entre los chicos del sistema público y el privado.
Precisamente las brechas son una de las principales preocupaciones de la Unesco. Cuando la continuidad educativa depende del acceso a internet, computadoras y familiares con conocimientos y tiempo para complementar a los docentes, el rol igualador de la escuela se resiente y genera limitaciones de largo plazo en el acceso a la educación de los chicos más vulnerables. Además del desafío pedagógico, está el efecto psicológico de la prolongación del confinamiento y el retraso en la interacción social y maduración de los chicos.
En cambio, en Colombia las clases se suspendieron el 16 de marzo, la misma semana que en Argentina -al igual que en Perú y Chile- y se hicieron pruebas piloto para recuperar la presencialidad a partir de septiembre, pero no fue un logro generalizado. Lo que sí se alcanzó fue un esquema de semipresencialidad.
Los docentes porteños amenazan con retención de tareas en el inicio de clases
Este año el gobierno colombiano determinó que las clases se retomen presencialmente, pero con «alternancia» (es decir con las aulas con aforo para mantener el metro de distancia entre niños) y sujeto a la voluntad de los padres. La fecha de regreso a las aulas fijada a nivel nacional es el próximo 25 de enero, pero ya en Bogotá con alerta roja por el aumento de los casos, el comienzo presencial quedó descartado.
En Chile se volvió a las aulas el pasado 5 de Octubre y este semana el gobierno reveló que sólo en el 15% de los establecimientos se registró algún caso de coronavirus. Colombia dispuso que este año se regresaba a la presencialidad, pero ante la suba de casos de Bogotá se suspendió la medida.
En Chile, las autoridades resolvieron el regreso a las aulas el 5 de octubre y esta semana revelaron que solo en el 15% de los establecimientos en los que se regresó a la presencialidad se registrararon casos de coronavirus, el regreso en el país trasandino también fue sujeto a la voluntad de los padres y con protocolos, mientras se dio continuidad a la modalidad virtual.
«En la región, rescato el caso de Uruguay que fue el único país de América Latina que tuvo continuidad educativa durante todo el ASPO y se destacó por la presencialidad y la gestión de lo virtual porque ya antes de la cuarentena tenía mucha conectividad y cobertura de tecnología entre los estudiantes», dijo a LPO la especialista de la UCA, Ianina Tuñón en referencia al Plan Ceibal que se aplica hace más de diez años.
«En la Argentina eso hubiese facilitado mucho las cosas si aquellos programas de Conectar Igualdad y Plan Sarmiento se hubiesen continuado a lo largo de estos años y no se hubiesen quedado como una política de corto plazo en el año 2010 porque esa tecnología que se repartió hoy ya es obsoleta. La virtualidad profundizó las desigualdades sociales en la medida en que la pandemia incrementó la pobreza entre los infantes al punto que 6 de cada 10 niños hoy en la Argentina son pobres en términos económicos, pero las otras condiciones de déficits de capital humano, hacinamiento habitacional, contaminación sonora de los hogares persistieron y no favorecen que el hogar se constituya en un aula», describió Tuñón.
Mientras en los hogares más ricos puede haber una computadora por niño, que es lo que se necesita para sostener la escolaridad, en los hogares más pobres a lo mejor hay un teléfono celular y lo comparten entre muchos y con baja calidad de conexión.
«Y sobre todo esto se suma la desigualdad en la conectividad. Mientras en los hogares más ricos puede haber una computadora por niño, que es lo que se necesita para sostener la escolaridad, en los hogares más pobres a lo mejor hay un teléfono celular y lo comparten entre muchos y con baja calidad de conexión. A esto se suman las desigualdades sociales de los docentes. Las escuelas de gestión privada contaron con más recursos para pasar a la virtualidad y sostenerla que las escuelas públicas», agregó.
Del otro lado del planeta, Hong Kong cerró sus escuelas entre fines de enero del año pasado y fines de marzo, para luego reabrirlas y volver a cerrarlas a mediados de junio, una semana antes de que terminara el año escolar. La isla retomó el nuevo ciclo lectivo a fines de septiembre como es habitual, por lo que perdieron cuatro meses de clases y cuando las retomaron lo hicieron part time, para dar tiempo a desinfectar las escuelas.
En el Reino Unido las escuelas cerraron en marzo para casi todos los niños. Solo siguieron asistiendo los hijos de los trabajadores esenciales y los chicos en condiciones de vulnerabilidad -para quienes la brecha educativa se podía agrandar por no ir a clases presenciales- y con protocolos de burbujas. En junio retomaron gradualmente las clases presenciales, pero los exámenes de agosto se suspendieron. Actualmente, con el rebrote y la nueva cepa, se mantienen sin clases presenciales salvo para los hijos de trabajadores esenciales y los más vulnerables, al igual que en marzo del año pasado.
Unicef describió el caso británico a partir de un estudio de Ismail, Sharif y colaboradores publicado en agosto que indicaba que el riesgo de contagio era mayor para los infantes fuera que dentro de los establecimientos educativos. Y esa fue la base para sostener las escuelas abiertas tanto como fuera posible a fin de minimizar la movilidad de los padres.
En España, por caso, suspendieron las clases presenciales en marzo del año pasado y las retomaron en septiembre con puertas y ventanas abiertas incluso en invierno como parte del protocolo para prevenir contagios. Y las nuevas restricciones mantuvieron las escuelas funcionando como en casi toda Europa. En Francia, por ejemplo, estimaban que un 14% de las escuelas estaban cerradas por tener un brote dentro de la comunidad educativa, que es el momento en el que vuelven a mandar a los niños a sus casas y se sigue la currícula escolar a distancia.
En cambio, en las universidades europeas se impuso la virtualidad y no hubo regreso a las aulas. Se priorizó el regreso a las aulas de los menores: «La necesidad de presencialidad no es igual en todos los niveles. Es mucho más prioritaria en los niveles inicial y escuela primaria porque la necesidad de sociabilización requiere de la presencialidad. Es menos necesaria en la escuela secundaria, por lo que se podría combinar la presencialidad con algunas actividades virtuales», explicó Tuñón.
En los Estados Unidos la política de cierre de escuelas y continuidad escolar estuvo determinada por distrito escolar conforme a las recomendaciones de cada Estado, por lo que no se puede hablar de una política nacional. Mientras que hacia septiembre la mayoría de los Estados había dado recomendación de mantener las escuela transitoriamente cerradas, para enero, el mapa era bien distinto y en la amplia mayoría de los Estados no había recomendación de cierre, a excepción Columbia y Puerto Rico, según el relevamiento de la ONG Education Week. En Hawai, California, Nuevo México, Carolina del Norte, Delawere y West Virginia el resultado del análisis distrital era de «cierre parcial», mientras que solo en un puñado de Estados la orden del gobierno era la apertura, como en en caso de la Florida, Texas, Iowa y Arkansas.