Las familias que integran la Comunidad Qom “Cacique Ramón Chara” sobrellevan como pueden sus necesidades económicas durante la cuarentena. Mientras esperan que pase este mal momento, planean proyectos de producción de cestería con totora y la construcción de un salón de usos múltiples. Su referente nos cuenta sus desafíos y pide acompañamiento del Estado. También rememora a sus antepasados comenzando por su tatarabuelo Juan Chará, cacique “reducido” en 1884 en una misión religiosa donde poco después tuvo lugar “La matanza de San Antonio de Obligado”, durante la conquista militar del Gran Chaco.
En el barrio Arroyo Claro de Benavidez, Partido de Tigre, se encuentra la Comunidad Qom “Cacique Ramón Chara”, un grupo de 12 familias descendientes de las tolderías del cacique Juan Chará, mencionado en diversas fuentes históricas en el marco de la avanzada militar del Estado Nacional contra los Pueblos Originarios en el nordeste del país. Otras familias de esta comunidad urbana viven en Escobar, Pilar y General Rodríguez. Son en total unas 150 personas.
Asentados en la zona norte del Gran Buenos Aires desde la década del ’60, su referente Santiago Chara explica que “desde ese momento ya éramos una comunidad pero recién en 2013 comenzamos a visibilizarlos”. En la actualidad articulan con otras comunidades de Tigre y forman parte de la Asamblea del Pueblo Qom en el marco de la estructura del Consejo Indígena de Buenos Aires (CIBA), espacio reconocido por el Estado Provincial.
La mayoría de los hombres adultos de la Comunidad “Cacique Ramón Chara” se dedican a la construcción y se encuentran duramente afectados por el parate económico que significó la cuarentena por la pandemia de coronavirus. Similar situación sufren las mujeres de la comunidad, quienes se desempeñan como empleadas domésticas y tampoco pueden trabajar.
“En estos días de pandemia estamos medio jodidos, no hay laburo”, cuenta Chara. “A veces sacamos alguna changa pero no nos pagan lo que corresponde, apenas sirve para comprar algo de mercadería”, se explaya. Más allá de una asistencia alimentaria que a partir de abril comenzaron a recibir del Municipio de Tigre y una ayuda desde Provincia en junio, el cacique sintetiza: “Tema económico venimos para atrás, muy mal”.
Pese a esta penosa situación, Chara manifiesta: “Estamos tranquilos y contentos porque por lo menos todavía no tenemos contagiados, tratamos de cuidarnos”. Mientras tanto, tienen varios desafíos en mente para la pospandemia. Uno de ellos es llevar adelante en su sede talleres de cestería y otras artesanías indígenas “donde se refleje la cultura que se ha perdido y después poder venderlas”.
En esa línea, otro de sus objetivos es construir un salón comunitario en un pequeño sector de los terrenos que habitan en Benavidez. “Tenemos espacio y lo necesitamos para realizar los talleres, las reuniones y las asambleas. También necesitamos los recursos para levantarlo y algunos planes de trabajo para quienes lo construyan”, explica Chara.
Si bien buscan mejorar en donde viven actualmente, el gran sueño es poder relocalizarse en un lugar más amplio: “El pedido de tierras es en las islas del Delta ya que tendríamos contacto directo con la naturaleza y podríamos realizar ceremonias y emprendimientos culturales, además de cultivar y criar animales. Y también porque somos junto a los guaraníes un pueblo que siempre se desarrolló a la vera de los ríos”, manifiesta.
Fuente: Punta Querandí